Arab Strap

Ya no existen, ¿verdad? Aidan Moffat por un lado, y Malcolm Middleton por el otro, ¿no? Es una lástima. Al menos me dio tiempo a verlos en directo, y me llevé una enorme decepción, si me preguntas. Más aún cuando sonó esta canción. Mi canción de amor preferida. Recomiendo escucharla con la letra a mano, si es que el inglés no es lo vuestro. Y ya puestos a hacer esfuerzos, intentáis traducirla, porque merece la pena. Yo escucho esta canción como un jarro de agua tibia, con una sonrisa cómplice y un gesto de reconocimiento. No hay final para el amor si el amor se describe como un estado en el que ni los terroristas, ni los criminales, ni los huracanes ni los ataques al corazón podrán superar el entusiasmo de celebrar que alguien sienta la necesidad de seguir unido a alguien a quien se le pudren los dientes, se le encana el pelo y nunca aprenderá a bailar. Alguien que te dice que seguirá comportándose como un imbécil la mayoría de los días pero que eso no significará que haya dejado de quererte. Y todo con un ritmo trotón de efervescencia sarcástica y flemática, un himno de aspecto resacoso, con aliento de vulgaridad, de cotidianeidad. Es la mejor canción de amor que he leído nunca, porque el amor nunca es como en los poemas de amor y aún menos como en las canciones, excepto en ésta en la que Middleton o Moffat, Moffat y Middleton dieron con las palabras justas, triviales, ingenuas para describir lo que es prácticamente indescriptible.

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