Bilbao Rock City

No sé si esto se va a convertir en una costumbre, espero que no, porque soy muy vago y no estoy muy convencido de mi talento para esto, pero bueno, me lo piden, lo hago, y paso la tarde y la resaca de la mañana como mejor puedo.
El caso es que nos fuimos ayer hasta la sala Santana porque nos parecía obligado participar de la fiesta que proponía Bilbao Rock City. No conozco los entresijos del concierto, si el dinero recaudado ayudará a los organizadores, si se quedará por el camino o cuál era en concreto el espíritu del concierto. Nosotros entendimos que era una oportunidad de pagarles por todas las veces que la página web nos salva de perdernos los conciertos que queremos ver. Es, sin duda, una herramienta muy valiosa que solo valoraremos bien cuando nos falte. Mientras vivía en Iowa, usaba una muy parecida en Omaha que me sirvió para ver los conciertos de Q and Not U, Kimya Dawson, David Yvar Herman Düne, Little Brazil, Cursive... Aún recuerdo ver la lista fotocopiada en el Kubil, y seguirla con un bolígrafo, mientras que apuntábamos las citas. La referencia no es gratuita, porque el concierto de ayer viernes se convirtió, gracias a los grupos que participaron, en un merecido homenaje a dos veteranos de la escena musical bilbaína, uno de los mejores periodistas, Fernando Gegúndez, y el que dicen que es el mejor dj, Antón el del Kubil.
Pero no me voy a poner a hablar aquí de mis recuerdos personales del Kubil, que no son muchos pero intensos, ni de los dos personajes antes mencionados porque hay foros en internet de sobra para escuchar a gente que hablan con mayor propiedad que yo. Paso a hablar de los conciertos, mientras me fumo un cigarro, y luego quizás me ponga a trabajar.

Abrieron unos Atom Rhumba relajados y más ruidosos que nunca. El sonido no fue bueno al principio, quizás estábamos en mal sitio, e Irazoki tuvo problemas con su equipo, pero resolvieron sus pocos minutos, como el resto de los grupos, con solvencia y mucha electricidad, una electricidad tan física que el temblor de las piernas no era artificio. Después apareció Francis con El Deseo del Doctor, que no sé si era una formación para la ocasión o un nuevo proyecto. La primera la reconocí, el resto de las canciones solo me hizo darme cuenta de cómo le he dado la espalda a Francis. El tiempo pasa, la gente cambia, la culpa es mía. Un cigarrito en el rinconcito bien ventilado de los fumadores y primera fila para ver con ganas, y por primera vez, a Santi Delgado & The Runaway Lovers que nos ganaron para la causa, aunque a nosotros lo de los tupés nos quede un poco lejos. Pero como Manuel Vilas con la poesía, el humor le da aún más valor a la música. Detrás de ellos, llegaron la porción stoniana de la noche, unos The Hustlers a los que no habíamos visto nunca, y por más que lo intentara el cantante, tampoco acabaron por engancharnos, lo que sí se le enganchó fue el cable del micrófono de tanto bailarlo, no tanto como el amigo de Tokyo Sex Destruction, pero casi. Sonic Trash, nuevo nombre de los Ya te Digo, que Ya Vimos un par de veces antes. Quizás el concierto con mejor sonido, siempre fieles a lo suyo y más que resolutivos. A mí me gustan, qué quieres que te diga. Positiva vino luego y podría hacer un chiste malo con su nombre, porque, de no conocerlos, pasamos a recordar su nombre para el futuro. El aire psicodélico y las guitarras Led Zeppelin, nos dejaron con ganas de más. Cambiamos de esquina al volver del baño y nos pusimos a ver al Inquilino Comunista, en el rincón donde se apiñaban los que antes habían estado sobre el escenario. Vimos a los de la margen derecha con Irazoki a la izquierda, Francis a la derecha, el batera rhumbera de chachara un poco más adelante y los Positiva muy cerca. Irazoki estuvo muy atento y Francis, también, mientras comía algo y saludaba a la peña. El Inquilino me hizo darme cuenta de cómo ha pasado el tiempo y de que atrás, pero aún presentes, quedaron los años en los que los Pixies eran la banda sonora de nuestras tragedias adolescentes. En el mismo sitio, aguardamos a los Cápsula, ansiosos por poner en juego nuestros prejuicios. Con micrófono en la boca o sin él, hay que reconocer que lo que hacen lo hacen con la energía necesaria. La última canción, que la gente parecía tararear, sonó especialmente bien. Y terminaron los Cherry Boppers con sus trajes elegantes y su sección de viento en la esquina derecha donde nos pusimos para salir antes de que terminaran por la puerta del fumeteo. Paseo hasta la estación, al metro le quedaban treinta minutos, así que nos fuimos andando hasta la siguiente, y en Basarrate, esperamos mientras, como buenos aficionados, despellejábamos y alabábamos a todos ellos a partes iguales.

Como terminó la cosa, lo dirán en otras crónicas, algunas hasta rosas, que quizás queden para mentideros y foros más punks que éste. Espero que a la gente de Bilbao Rock City les sentara bien la fiesta y les ayude a seguir con su meritoria labor. No pasará mucho tiempo antes de que volvamos a abrir la web para elegir un buen plan para el próximo fin de semana. De hecho, voy a hacerlo ahora mismo, en lugar de ponerme a trabajar, que sirva de homenaje, si quieres.

Comentarios