Dos horas a solas con Paul Weller




Yo de mod tengo lo que mi abuelo tenía de rumbero. Digo yo que nos hacemos a la idea de lo que quiero decir: nada. Bueno, una vez entré en una tienda mod de Carnaby Street. Y tenía (tengo) una camiseta muy chula de Cooper que Vicente Muñoz Álvarez reconoció un día en Deusto y me sirvió para entablar conversación. ¿Más? Bueno, tengo amistad con algunos miembros de The Brand New Sinclairs. Si todo eso sirve para sacarse el carné, vale.

A Paul Weller lo vi el año pasado en directo.

Bien, sin más.

Sus discos, y ya van un carro porque el tío tiene currículo como para presentarse a oposiciones, me han pasado desapercibidos en su mayor parte. Desapercibidos en el buen sentido, si es que eso éste es un buen sentido: los escucho, los disfruto, los degluto, los olvido. Qué le voy a hacer. A Catch-Flame! quizás le dediqué un poco más de tiempo y, hace poco, aún tuve la decencia de volverme a cargar en el ipod canciones como "Peacock Suit". A su disco de 2008, ni le llegué a conocer. Me lo presentaron, pero no me acuerdo de él.

Así que cuando salió Sonik Kicks me dije bien, pero sin mucha excitación. Lo dejé ahí, en un rincón, para cuando estuviera de buen ánimo. Y lo estuve hace poco.

Hace unos días nos cogimos un autobús, luego un avión, luego un tren y llegamos a Lyon, Francia. El último día, antes de volver, nos cogimos otro tren, y nos fuimos a ver los Alpes de lejos, a Annecy. Dos horas de tren que unos aprovecharon para ver a Jack Black en el ipad, otros para dormir y yo para mirar por la ventana mientras escuchaba Sonik Kicks.

Y la conclusión es que Paul Weller si quisiera tendría de mod y de rumbero lo que quisiera, porque puede hacer las canciones que le den la gana. Si quiere apaga la electricidad, si quiere enchufa la guitarra, si quiere se marca un dueto con su esposa, si quiere se pone pantalones de campana y a bailar. Puede hacerlo porque el fondo lo mantiene con el mismo color de mañana soleada: lo importante son las melodías. Haga lo que haga: lo que clava es la melodía. Se pone psicodélico, o no se pone, pero esta vez apunta a lo breve y certero y se apunta un tanto con unos arreglos que llenan las canciones de preciosistas sorpresas inesperadas.

Dos veces me dio tiempo a escuchar el disco de cabo a rabo antes de llegar a la Saboya y bajar del tren. Y mereció la pena aunque, por mucho que me ponga merc, no tengo nada de mod, crap!



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