Unplugged en El Cuervo



 Mucha gente en El Cuervo para ver ayer el concierto de Asier Domínguez, guitarrista de Porco Bravo, y su antiguo compañero en Wild Thing, Rubén Llamas. Se hacía difícil pedir en la barra y se hacía difícil escuchar bien.
No voy a ir yo ahora de plomizo aburrido para quejarme de la peña que se divierte en los conciertos como se divierte jugando un kinito, pero sí que toca las pelotas un poco, si te empeñas en que te diga la verdad. A mí ya se me ha pasado la época en la que iba al cine para meter mano, ahora quiero ver la peli. Y ríete, sí, porque es verdad, a lo único que le he metido mano yo en el cine fue al bol de palomitas, pero creo que se me entiende.
En fin, a pesar de eso, Asier y Rubén se curraron un concierto más que digno. A dos manos, con Asier poniendo la voz y Rubén los coros, sus guitarras se compenetraron para adaptar canciones sencillas (aparentemente sencillas, la verdad) pero que supieron complicar al hacerlas suyas. El set que eligieron fue una apuesta atrevida que podía haber salido como el culo, pero se lucieron apropiándose del talento de gente tan dispar como David Bowie, Iggy Pop, Tom Petty o Johnny Cash, solo por nombrar a alguno. Salió airoso Asier cuando tuvo que cubrir a Iggy y a Kate Pierson al mismo tiempo, una elección que hizo muy feliz a la que estaba a mi vera. “Redemption Song” ya suena exquisitamente distinta dentro de la discografía de Bob Marley y con este dúo sonó más cerca de Irlanda que de Jamaica, lo que la hizo aún más única y emotiva. Si tuviera que elegir una, quizás me quedaría con su interpretación de Johnny Cash. La melancolía del de Arkansas le sienta muy bien a la voz de Asier y Rubén acompañó el trasfondo de la canción con mucha delicadeza. Se hizo corto y cuando salimos del bar para fumar y coger aire, la opinión más repetida es que aquello había que repetirlo en mejores circunstancias.
Pero aún había más, porque Rubén dejó su sitio a Manu, voz principal de Porco Bravo, y los dos compañeros de banda se marcaron una segunda parte de concierto distinta, más enérgica y espontánea. Desenchufaron unas cuantas canciones del Groooo!!! (nunca me acuerdo cuántas oes ni cuántas exclamaciones lleva) y sonaron extrañamente igual de expansivas y fogosas, aunque a Manu le cueste mucho tener el culo pegado a una silla. Se lucieron con el “Todo por nada” de M.C.D., una de las letras más inspiradas de los bilbaínos que gritada a pulmón en aquel bar sonaba a declaración confesional que todo el mundo quería firmar.
En resumen, una nueva demostración de que los escenarios más humildes, aquellos en los que a Chris Martin le daría un ataque de pánico, nos dejan, a veces, sensaciones más intensas que los estadios llenos. Asier demostró que es un guitarrista diestro cuya técnica mejora por la intensidad que imprime a sus cuerdas, pero eso ya lo había probado con Porco Bravo. Lo que dejó ayer en El Cuervo fue una lección de la profundidad de su bagaje musical. Aquellos que, a menudo, desprecian algunas apuestas por juicios sin fundamento, deberían reflexionar cuando escuchan a alguien apoderarse de un repertorio tan rico y variado, un resumen bien interpretado de la historia de la música popular que, lo quieran algunos o no, es tan popular como es cultura e historia social.
Por lo demás, seguimos adelante, hoy toca Colajets en El Victoria, mañana ya veremos, y yo empiezo a arrepentirme de haberme metido en esta vorágine de crónicas que me ponen en evidencia más de lo que yo me pienso, pero, a veces, por mucho que este sea un lugar a donde no llegan las agencias de viajes, no está de más que el que nos visite se vaya sabiendo qué de bueno hay en el pueblo para comer, beber, vivir y bailar como solo saben bailar los que no sabemos bailar. 


Comentarios