FIN (O como pasarte veinte minutos pensando un posible título para esta entrada y acabar desesperado para titular FIN, que son las siglas que responden a la expresión: Fui Idiota desde que Nací)



Dejando a un lado que se me ha gripado el cerebro después de lo del título, todo lo demás, bien. Se acabó la música y, por ende, las fiestas de Bilbao. Yo ya no vuelvo hasta que no haya pasado un año. Y con los dos de ayer fueron cuatro los grupos que vimos en directo tras pagar el módico precio de 20 euracos (a diez por día de función, a cinco por grupo) en las sesiones programadas por los promotores del Kafé Antzokia durante las fiestas de Marilynjaia.
Primero fue Hola a Todo el Mundo que, siguiendo con el reparto de dinero, me salieron a 1'25 euros por barba, y vaya barbas. Después, salió Bigott, que no sé si reparte a partes iguales o se queda él con mis cinco euros. Eso fue el primer día. En el segundo, el de ayer, primero aparecieron Belako que, con el buen rollo que se llevan entre ellos, seguro que se gastan los cinco euros a escote y, después, El Columpio Asesino que, encima, tendrán que repartir lo que les toca de mi dinero con Deu Txakartegi, de We Are Standard, que se apuntó a la fiesta para cantar la suya, dar un grito al final y llevarse la ración de aplausos. 
Las cervezas fueron on me, que decía mi profesor de inglés. 
La crónica rosa fue casi que fucsia, pero hubo. Hubo post-concierto después de cada día. Primero en el recinto de txoznas, después de bar en bar acompañado por la única estrella del rock local que consigue quemarse partes insospechadas de su cuerpo. Pero eso lo dejo para mi diario... de tapas rosas. 
El caso es que haciendo bagaje nos queda que fue mucha gente ambos días. Mucha gente que presumo que no veré en otros conciertos. Siguiendo con la tónica contemporánea, en la esquina donde vimos a HATEM había más gente de espaldas que viendo el concierto. Más cháchara que chíchara. A Bigott nos lo vimos casi desde la entrada y subidos a los peldaños porque debajo estaba todo el cupo de nacionales del Bilbao Basket. Por último, nos quedamos de piedra al observar que había más gente viendo a Belako que a El Columpio. 
En lo musical, también hubo un poco de todo. Usando frases cortas y eufemismos varios, para que no se note que en realidad no sé de lo que hablo, diría que el resumen fue positivo, en ocasiones sorprendente y, en general, satisfactorio. Hola a Todo el Mundo me recordaron a mi prima Mónica, que come muy despacio, y te desespera, y acabas gritándole: ¡por dios, cómete ya el filete! Empezaron muy lentos, con desarrollos muy largos, y al final se podaron un poco y sonaron más resolutivos y eficaces. Era la primera vez que los veía y tenía una idea preconcebida que no coincidió para nada con lo que vi allí arriba. Bigott baila peor que yo, pero su forma de bailar es perfecta para su música. Suena deshilachado, insólito en ocasiones, juguetón, sesudo y naif a partes iguales y con cordura en ambos tonos. No hace falta que sus canciones parezcan completas para encontrar razones para aceptarlas en plenitud. Por mí, puede seguir bailando como le de la gana. Yo haré lo mismo, aunque tenga que beber más. El segundo día fui con menos ánimo porque me faltaba compañera y eso, a estas alturas, parece que vuelve la música mono y se pierde el estéreo. Confieso como ya he confesado que tengo muchos prejuicios y con Belako los tenía a tutiplén. Si los  tengo con una banda de adolescentes de Sheffield que la petan en Pitchfork y me llegan a mí sin que haga el más mínimo esfuerzo, por qué no los iba a tener con unos chavales de Mungia que antes de grabar disco ya han sido entrevistados hasta en la revista Campus, en Radio 3, han sido invitados al BBK Live y se apuntan a las fiestas de Bilbao. Yo, que soy un poco corto, meto en mi mochila todos los prejuicios que encuentro y me presento en su concierto cargado de sarcasmo. Luego, voy, y me roban la mochila. Porque, supongo, tan pronto como los tengo, los pierdo. Me refiero a los prejuicios. Los Belako me ganaron para la causa. Seguiré expectante a ver si aciertan en el próximo paso, grabar un disco, pero puestos a repartir halagos, ellos deberían llevarse una gran parte, por su actitud, por la energía, porque sus canciones son buenas y porque aunque suenen modernos y actuales no suenan prefabricados ni vacíos. Ya veremos si pasan de curso, pero, por ahora, parece que están preparados para aprobar los exámenes. Y con nota. Justo detrás de ellos, salieron los navarros más serios del planeta. Con un sonido contundente, poses irreverentes pero impasibles, regalándonos con un viaje inesperado a sus primeros discos y con un arrebato final como "Toro" que, por muy cool que se vuelva y por mucho que celebre, no pervierte una estructura impactante y cautivadora que la convierte en una de las mejores canciones nacionales de los últimos años. Aunque yo me sigo quedando con el "Ye Ye Ye" aunque solo sea por hacerme el interesante. 
Con todo esto, y una buena resaca, ganas de más y la promesa de superar mis problemas con los títulos, haremos acopio de esperanza sanfermina y recordaremos que ya queda un día menos para el próximo año. Quizás, el próximo, a alguien se le ocurra caracterizar a Marijaia como a Kathy Bates en Misery: Anniejaia, casi que mejor.

Comentarios