Internet es más angosto que las Cuevas del Drach

Estoy preparando otra entrada que publicaré pronto. Si no es hoy, será mañana, y si no, el mes que viene, pero pronto, al fin y al cabo. El caso es que preparándola, me he calzado mis diez minutos de caprichoso asueto arqueológico en el youtube. Y me he encontrado con esto. Y he viajado incluso más lejos que Mallorca. Entre ambas canciones, hay casi diez años de diferencia. Y, desde la última, casi que otros diez hasta hoy. Las dos las canta la misma persona: ahí tienes la ligazón. Una, a mí, me transporta, vía salto en el tiempo, hasta las casetes de cinta magnética, la angustia adolescente y los chupitos aquellos en un tugurio multicolor y de ambiente familiar que compartía nombre con una revista de música alternativa (un dos tres, no respondas, que yo también lo sé). La otra, la más joven, tiene un aroma a esas mañanas de domingo lluvioso cuando aún no habías llegado a casa y no querías hacerlo, y paseabas por la calle, intentando evitar el convencimiento de que estabas haciendo el ridículo, la certeza de que hacía mucho tiempo que los sábados por la noche ya no eran el lugar donde ibas a encontrar lo que buscabas. ¿Sabes el aroma del que hablo? Es a lo que huele tu conciencia cuando va más rápido que tu apetito y se gripa, es a lo que huele lo que se pudre cuando empieza a transformarse porque no se destruye, y nos cuesta darnos cuenta y aceptarlo. Es a lo que olían las paredes húmedas cuando ibas de una a otra en esas mañanas madrugadas y lluviosas. 
No me digas que, mejores o peores, no hay nadie ahí fuera que comparta conmigo estas canciones.
La otra entrada, pronto, si no es el mes que viene, el próximo. O mañana mismo. 

1996 Sunflowers



2005 Sterlin


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