Tu ne comprends rien à rien!



"¡No tienes ni puta idea!"
No tienes ni puta idea, me dice el tío. Así, sin paños calientes. Si te soy sincero, ni me acuerdo de en qué contexto me lo dijo, de qué coño hablábamos. Pero después de hablar de guitarras saturadas, estudios de grabación, percusiones varias o de Miley Cyrus ("la de la lengua") cantando el "Jolene" de Dolly Parton, que Patxi me suelte ese zas en toda la boca me dejó lapidado y no tuve más remedio que relacionarlo con este blog y con mi manía de escribir sobre música. 
No tienes ni puta idea, así. Y si quieres saber por qué se me quedó cincelado en la cabeza fue y es simplemente porque tiene toda la puta razón del mundo. 

Así que ahora sigue leyendo:

Es lo que tienen las despedidas de soltero: que te bebes el Four Roses como si el whisky fuera isotónico. Así que luego se te suben los riffs a la cabeza, a la peña le dan sacudidas eléctricas, le comes la oreja a tu bajista y te salen unos alegatos feministas que suenan a tu primer día de trabajo vendiendo enciclopedias puerta a puerta.
Si lo de The Inductions viene porque los norteamericanos usan la palabra para hablar del ejército y de su sistema de reclutamiento, el nombre les viene como anillo al dedo corazón. De verdad, porque The Inductions no tienen espectadores viéndoles en directo, tienen reclutas que acaban tarareando el coro de "My Girlfriend" como cantaban mientras corrían los chicos del sargento mayor Hartman o como cuando al Colectivo le da un tabardillo y se plantan a cantar que ya no paran hasta que el Baraka consigue campeonar. 
Los guipuzcoanos no se hacen los suecos pero he leído que hay un nuevo grupo que la peta por ahí y se llaman Viva Suecia, pues The Inductions podrían vocear su nombre como grito de guerra porque parecen de las afueras de Estocolmo casi más que de Irún o de Azpeitia. Sí, lo del high energy les emparenta con el frío norte pero se les notan recortes de otro palo que les sientan bien. Con una batería que percutía por todo el local y ocupaba el escenario entero, de tal manera que los otros tres instrumentistas tenían que tocar cogiendo mojojones en el mar, el Tubo se petó, el ambiente se caldeó, se vinieron arriba y la música se hizo tan espesa que casi se podía cortar con cuchillo y tenedor. 
Si hay algo evidente es que estos tíos tienen eso que los entrenadores de baloncesto siempre piden cuando su equipo pierde: actitud. Creo que, con el estilo que practican, eso es casi tan importante como la distorsión de las guitarras. Ayer en un Tubo oscuro lo dejaron claro. 

Salimos de allí con los oídos como empastados y con los codos de alguna marcados en las costillas, pero con ganas de más. Por eso cruzamos la plaza, que es como el pasillo de casa, y pasamos del salón a la salita de estar. Tocaba postre en el Panorama y tocaban en directo Toro y la Niña del Frenesí, a los que hacía tiempo que no veíamos pero ya habíamos visto unas cuantas veces antes. Hubo alguna nueva en la lista aunque sonaron clásicos que ya son también clásicos en el repertorio de estos dos, como la Nina Simone que ponían en los anuncios de televisión, Amy Alhóndiga, como dijo uno que se creía tan gracioso tan gracioso que le hacían gracia mucha gracia sus propios chistes malos, Etta James o el "Rid of Me" de PJ Harvey. La niña del Frenesí hizo honor a su nombre y se desató tanto como los Inductions, paseándose por todo el local, interactuando con el respetable y practicando la escalada mientras su compañero se quedaba sentado y hacía que el ímpetu fueran acordes. 

Poco después, haciendo ya la digestión de nuestra opípara cena musical, Patxi me soltó la frase. Y ahora recuerdo por qué venía: porque dije que Nacho Vegas era mejor letrista que Jaime Urrutia. No sé de verdad quién será mejor, pero peor que estas crónicas bañadas en tantas Mahous que se te multiplican las estrellas solo queda una buena patada en los huevos acompañada con un piquete de ojos. 

Lo dicho, ni puta idea. Amén, que dicen los cristianos, y aquí seguiremos esperando el próximo disco de los Maha. 



Posdata: todas las personas que aparecen en mis crónicas son personajes de ficción, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.  

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