Cubicalorías



Nos sentamos fuera a esperar y el sol pegaba fuerte. No había mucha gente por allí. Ahora, la oferta se ha hecho doble y los domingos no dan para más. Hay que elegir entre ir a misa o al gimnasio. Estaba la terraza repleta, eso sí, y en una de las mesas platicaban, se hidrataban y descansaban los The Cubical. El de Bilbao era, si no me confundo, el último concierto de su gira ibérica. Después se volvían a Liverpool, que supongo que tendrían una buena colada que hacer. 

No era la primera vez que los ingleses visitaban la ciudad, pero, quizás por ser la última, les despidieron hasta con irrintzis. El Satélite T no se petó ni Dan Wilson, vocalista de la banda, se desató, pero, en líneas generales, el pase fue satisfactorio y bien aprovechado. 

Para explicarlo, podría hacer lo que se hace siempre que se habla de esta banda y comentar las guitarras, hablar de los muchos acompañamientos tras y delante de guión que le puedes casar al género del blues, insistir en la voz de Dan Wilson, mencionar a Them, a Tom Waits, a Nick Cave... y añadir un par de títulos de canciones para que la crónica me quedase bien lucida y profesional. Eso no es difícil y, además, evitas meter el pie en el lodazal y manchar la moqueta. Sin embargo, la última vez que yo hice algo tan limpio y ejecutivo, estuve tres días ingresado por remordimientos de conciencia, así que dejémonos llevar por nuestros excesos habituales y hablemos de otros detalles que nos pongan en ridículo:

Se presentaron cinco. Dan Wilson en el medio que necesita espacio; el batería en el suyo, modosito; el otro guitarrista en una esquina; y, en la contraria, saxofonista (creo que también tocó el clarinete en un corte) y un bajista tan hierático que creo que hasta le vi bostezar. Dan Wilson no solo canta, también predica, recita, actúa e interactúa con el público. Se quita y se pone la guitarra. A veces, camina mientras canta-declama, como si fuera un evangelizador dando la catequesis en el Lejano Oeste. The Cubical hacen alquimia con la intensidad y el ritmo. Pueden tocar una canción de más de cinco minutos con un acorde en la, jugando a claro-oscuros, a rasgar la incertidumbre, a tentarte el bulto. Expanden sus canciones hasta que se pierden en lo ténebre, obligándote a esperar que aclare, como si las progresiones fueran misterios musicales que se abren a machetazos en la espesura. Los estribillos se escogen. La energía se agoniza. El blues es un lenguaje refractario. Extienden los ritmos hasta el trance. Obligan a que te comprometas, a que participes. Lo hacen con riffs poderosos, con una voz que mesmeriza, con un saxofón que acompaña a los acordes y se implanta en las canciones, con un bajo apelmazado y, sobre todo, con un batería de herramienta simple, postura clásica, sin alardes, sin brutalidad, que, sin embargo, gana protagonismo en cada canción, alumbrando las canciones con sencillez y lucidez. 

Se repasaron el último álbum, Blood Moon, pero como apenas lo he escuchado, no sé decirte qué canciones tocaron y cuáles, no. Sí reconocí algunas de su disco de 2009, el que les hizo públicos y, desde el principio, adelantó lo que ofrecía esta banda, un aire clásico con una personalidad sólida para regalar canciones profundas, densas pero fáciles de disfrutar y absorber. Creo que reconocí "Great White Lies" y "Ratty". 

No saqué fotos. No me moví de mi esquina. Aproveché que quién me acompañaba es músico profesional para aprender y averiguar. Yo no apunto, lo esculpo en la memoria y luego lo escupo aquí, como hablé con Oskar entre risas. Pero, ese día, unas horas más tarde, ya había olvidado todo lo que quise memorizar. Así que he hecho lo que he podido aquí. 

Salimos de allí, nos fuimos a comer algo por el barrio. Unas rondas más tarde, al coche, que seguía aparcado en la puerta del Satélite T y carretera, que fue un fin de semana largo que continuó en día laborable y lo comentaremos aquí. The Cubical seguían allí. En la misma mesa de la terraza, descansando tras la ñapa. Digo yo que ya estarán en casa. La próxima vez, me llevaré un bloc de notas y lo dejaré todo por escrito, aunque luego Oskar se ría de mí. 

Posdata: No tengo imágenes del concierto. Andaba por allí mi admirado Dena Flows. En primera línea, disparando y disfrutando. No quiero robar fotos de nadie, pero he cogido este recorte del póster oficial de la gira. No sé quién es el dueño de la edición recortada ni del diseño del cartel. Pido perdón por tomarla prestada sin pedir permiso. 

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