The Ribbons




No pienso hacer ni una sola coña, por mucho que rime, sobre el grupo vocal femenino de los años 60. Yo también he escrito The Ribbons en el buscador de imágenes de google y me las he encontrado en los resultados.

Era curiosidad. Después del concierto de ayer, me dio por averiguar más cosas esta mañana, mientras fumaba y bebía café como si fuera lo último que fuera a hacer en esta vida, y por eso me puse a jugar con buscadores de internet. Ya sabes, como las vecinas del pueblo cuando llega un forastero. Que quién será, que de dónde vienen, que de quién son. El tío ese que se llamaba como yo y le echaron del colegio lo explicaba en El guardián entre el centeno, que los libros buenos son esos que después de leerlos te apetece coger el teléfono, llamar al tío que lo escribió, e invitarle a unas cañas para charlar un rato. No sé si llegó a tanto lo de ayer, pero, por lo menos, curiosidad (y resaca), sí que tenía esta mañana. 

Los Ribbons sonaron bien. Muy bien. Buen sonido, bien trenzado. No se salen de los renglones. Si tocar música fuera como pintar libros para colorear, no se salían de la línea en ningún retrato. No estoy siendo irónico ni por el forro, perdón si lo parece. De hecho, busco lo contrario: ser taxativo, que siempre ha sido una palabra que me gusta porque suena así como taxátiva, Valencia, no sé. De verdad: buena base rítmica, riffs a punta pala y bien horneados, pandereta, coros a tutiplén y bien surtidos. Incluso tienen genio, arrebato, acordes para rato. La chica tiene una voz de conjuro, de las que hechizan, con mucho fondo, con distintos matices, de aquí me suena a Chrissie Hynde de aquí a Hutch Harris. Muy limpios, con ímpetu, bien, muy bien. Lo dicho. 

Y aún así, igual como que demasiado, no lo sé, no sé cómo explicarlo. Faltó algo, la sorpresa, el "esto no me lo esperaba". No lo sé. Suena hasta imbécil que yo diga esto habiendo dicho lo anterior y no teniendo carné de manipulador, pero lo digo, de verdad, sin ánimo de estropear lo que he dicho antes. Más aún cuando cerraron con un final atronador, muy persuasivo, como hay que cerrar los conciertos, prometiendo más que clausurando, y encadenando tres canciones que incluyen en su maqueta Jelly Movement: "Ladyboy", "Hey you baby" y un "Too Drunk for your Love" a modo de lacrado. Además de esto, creo que tocaron el "Girl U Want" de Devo, que, por cierto, fue objeto de uno de los videos más surrealistas de la historia de la música y que he tenido a bien recordar esta mañana porque, además de curiosidad, también me entró nostalgia. Es lo que tiene la resaca del lunes: pasas del on al off casi sin darle al botón.

La gente alrededor de mí acabó contenta, sorprendida y alguno con ganas de salir de allí antes de que le diera un soponcio, pero no por la música, si no porque el Tubo estuvo petado y respirar era algo parecido a buscar espacio durante el chupinazo de San Fermín en la plaza del Castillo. Y no me preguntes por qué hablo de esto aquí y ahora porque no me he puesto un fajín rojo en mi vida. 

Y eso. Paro. Hoy descansamos, que ayer hubo para mucho. Además de rock and roll, conversaciones a la fresca mientras unos niños hacían coreografías sobre un escenario municipal, visita al Panorama, descubrimiento musical gracias al móvil de Txelu Losa (pero no diré más) y hasta lomo con pimientos en versión reducida mientras se lucía el dj en el tablao. Vamos, que suficiente para pedir hoy un respiro, y mañana volvemos con Los Plomos y algo más. Es un chiste fácil, pero es verdad: los míos andan que se van a fundir ya y esto acaba de empezar.

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